En los años 70, un programa de juegos televisivo estadounidense hizo famoso un problema matemático. Enfrentado a tres puertas cerradas, el participante debía adivinar detrás de cuál se encontraba el premio, un coche. Detrás de cada una de las otras dos puertas había una cabra. El participante elegía una puerta. El presentador del programa, que sabía dónde estaba el coche, abría una de las otras dos puertas, detrás de la cual se encontraba una cabra. Y redoblaba la apuesta: el participante ahora podía cambiar o mantener la elección inicial de su puerta.
"¡No importa cuál elija, las dos restantes tienen las mismas probabilidades!", razonaba entusiasmado el participante.
Pero su cálculo intuitivo estaba errado. Si el presentador abre la puerta con la cabra después de la elección del participante, esto modifica el resultado. Si el participante elige la puerta del automóvil, el presentador tiene dos puertas con cabras para abrir. Si el participante cambia, pierde. Pero si el participante elige la puerta con una cabra, el presentador solo puede abrir la segunda. La probabilidad de acertar la puerta con el automóvil aumenta si el participante cambia su opción inicial.
Todos queremos tomar siempre las mejores decisiones, pero solo un estudio riguroso de las probabilidades nos ayudará. *LA BOMBILLA
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